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martes, agosto 16, 2005

Kapanga en Peteco´s

ADVERTENCIA: Lo que sigue fue escrito con solo una hora de sueño y con resaca a cuestas.



“Nunca metimos más de 100 personas por acá”



Así se refería el Mono de Kapanga a la convocatoria que el grupo solía tener en el sur del Gran Buenos Aires. Y acto seguido se puso a enumerar los recitales que el grupo dio en la zona de Temperley.



Flashback 1: Aquí es donde me empiezo a entrecruzar en la historia de los quilmeños, ya que su primera visita a “mis” pagos, fue la primera vez que los ví en vivo. Fue en El Borde, mítico lugar ya cerrado, y entré por casualidad: Estaba yendo a la inauguración de un boliche a dos cuadras de allí (con el correspondiente “empilche”), pero el lugar estaba hasta las manos y era muy jodido que pudiéramos entrar, por lo que tiré la idea de ir a ver a la banda, ya que un amigo los había visto en la costa y nos contaba sobre aquel cantante que movía su cuerpo de manera alocada, mientras entonaba una canción que se llamaba “El hombre gato”. Durante varios temas no pudimos pasar, pero aprovechando un descuido del portero, nos colamos y vimos allí al grupo. Un par de zapatos arruinados debido al pogo y la anécdota con la banda sobre “el show donde estaba el denso ese que se subía al escenario y decía ser Dios” fueron el resultado de esa noche, además de que se habían hecho de un fan más.



Llegue a Peteco´s alrededor de las ocho y media de la noche, a pesar de que sabía que el recital comenzaría cerca de las diez. Tenía ganas de ver toda la previa de la gente y todas las cosas que uno va perdiendo a medida que va dejando de ser “público”. Los pude ver a los “jamaiquinos” (T y T), a Ciskco (habitual posteador del foro kapanguero) y a muchos otros personajes, “los mismos de siempre”, pero trasladados de Mataderos a Quilmes. En otro momento yo hubiera estado en esa lista, pero ya no. Lejos estoy del pogo, pero igualmente es como me decía Maffia en el camarín después del recital. “Sos una de esas caras que siempre está. Quizás ya no adelante en la valla, pero estás”.



Como si fuera premonitorio de los viajes hechos a través de la memoria durante toda la noche, el comienzo del recital, apenas pasadas las diez de la noche, fue con “La cárcel” para el gusto de los fans más antiguos y de los nuevos que también escucharon los discos más antiguos. Acto seguido llegaría “Los ojos” (ya empezaron a “aterrizar” los trapos en el escenario) el clásico “Kapanga” y uno de los más grandes hits de la banda, “Me mata”. Saludo mediante, “¿Cómo anda la gente de la zona sur? Lomas, Banfield...”, todo continuaría con “Fumar”, que incluyó una dedicatoria por el día del niño, “Desesperado” (con alusión a Ibarra en eso de “quiero saber, si los culpables fueron encarcelados”), “Cecator el borracho” y ese irónico cuarteto titulado “Rock”, en el que se “cuelan” partes del “Rock and Roll” de Led Zeppelin. Por esos momentos comenzarían los recuerdos sobre cuando tocaron en Le Paradise -en realidad tocaron en Kick, ubicado a pocos metros del legendario boliche- y algún comentario sobre el calor que hacía en el lugar, gracias al entusiasmo de la gente que elevaba la temperatura varios grados.



Pero la fiesta no estaba completa, faltaba alguien y se encargaron de llamarlo al cantar “Ramón”. Sobre el final del mismo, que es cuando llega el “Gracias totales”, el Mono se encargó de decir que “Cerati no se va a morir, que no se muera nadie mas en este país”, antes del típico cantito sobre la muerte del ex Soda Stereo. Tras “Caballero rojo” y una intro media arabesca, sonaría “Flotar”, donde el “Mono” se excuso por su voz, ya que “es la que sale del corazón, y si no les gusta vayan a ver a Miranda!”. Acto seguido, en realidad tras unos minutos de espera matizada por el pedido de donaciones para el Gauchito Gil que siempre acompaña al grupo en los shows, llegaría una “romántica”, dedicada a “Sandro, que es de por acá, de la zona”: “Desearía”.



Flashback 2: Ya la noche venía de recuerdos y en este tramo del recital el Mono enumeró los variados shows en la zona, en donde nunca fueron muy populares. Afortunadamente estuve en todos y tengo de ellos muy buenos recuerdos. Los recitales en El Borde, donde fueron acompañados por dos bandas de las que yo estaba especialmente orgulloso por haber “descubierto”: Rey Gurú y Árbol. Mucho después en el tiempo, tocarían en El Teatro Sur (ubicado donde estaba Kick antes) junto a los Parraleños. A pesar de que gozaban de popularidad y que ya eran muy conocidos, en el lugar había muy poca gente, pero eso no fue en desmedro de la calidad del show. Después de ese recital, y de manera sorpresiva, en el boliche Peteco´s (ubicado a pocas cuadras y con los mismos dueños de El Teatro Sur) tocaba Parraleños. Como la recaudación fue muy poca, la banda apenas si cubría parte de los costos. Así fue como les ofrecieron tocar algunos temas en Peteco´s, de sorpresa, a cambio de algunos billetes más. Allí fuimos en caravana con la banda y los invitados, como Walter Meza o Lee Chi. Como recuerdo quedan al cantante de Horcas tocando una pandereta o bailando punchi en el camarín, a Maffia tocando con una batería incompleta y la cara atónita de muchos de los presentes, que se encontraron con los de Quilmes y desataron un increíble pogo en los cinco o seis temas que tocaron.



Afortunadamente hace algún tiempo a la lista volvió a ganarse un lugar en la lista el tema “Demasiado”, aquél incluido en “Un asado en Abbey Road” y compartido con Ricardo Mollo, una de las canciones más potentes de la banda. Luego llegaría “La taberna”, con el medley de temas ajenos en el medio y con la inclusión (ya hace algunos shows que sucede) de diversos “palos” para la gente de Arbol. Todo comenzó con el grito de “¿están listos?” y los saltitos “ala” Pablo Romero (también hubo algún comentario capilar) por parte del Mono y con algunas estrofas de “De arriba, de abajo”. Siguieron “Don” de Miranda! (“es la guitarra del Cholo”), “Después de ti” de Lerner, la canción de Fullzero y cerraron el bloque con “Me importas tú”, antes de pedirle a la gente que “Cuando vayan a ver a Arbol no le cuenten ¿eh?... Igual ladron que le roba a un ladrón, tiene cien años de perdón”. En camarines el cantante me comentaba riéndose que están fogoneando esta supuesta pelea y que ya hay muchos del público que les hacen comentarios sobre ello.



“El universal”, con el clásico fragmento del “Himno a la alegría”, y un solo de Maikel precedieron al “Cucha cucha”, que ya no es ajeno, sino un repaso de las primeras placas. Así sonaron “Amor de mañana”, “Agujita de oro”, “Amor secreto”, “X 2 La caravana” y “Mujeres”. Tras un nuevo “Kapanga”, llegarían “En el camino” y “Locos”, en el que de a uno se fueron retirando del escenario. Primero el Mono, después Maikel, luego Mariano, Maffia y por último Balde. La vuelta sería con “Bailarín asesino”, cantada en parte en ingles, y con el anuncio de un nuevo Obras para finales de año, festejando sus 10 años (que se cumplen el 4 de noviembre). Nuevo palo para Arbol (“Vengan y no vayan a ver a bandas de mierda tipo Arbol”) y un amague de hacer “Enes”, sonaron antes de “Bisabuelo”, con el Mono terminando el tema entre la gente. “Mate a mi madre” y “El mono relojero” fueron las últimas canciones de la noche.



La fiesta seguiría en los camarines, entre botellas, humo, pizzas y amigos, mientras hacían tiempo antes de partir hacia Córdoba, donde realizarían dos fechas. Eso sí, si llegaban en condiciones.



Aníbal Levaggi